Marzo 18 de 2025
Nos decía Nuestro Fundador:
Según los relatos Evangélicos, a la luz de la oración, invité a Jesús para que me contara su Vida y me explicara las Parábolas, como le pedían sus discípulos.
Mi sorpresa fue que Jesús aceptó de inmediato la invitación y, Él mismo se ofreció a narrar los sucesos de su vida.
No hay aquí nada nuevo, lo mismo que ya sabíamos; pero relatado y comentado por Jesús.
No encontrarás aquí datos curiosos sino luces profundas, expresadas de una forma muy sencilla.
No hay aquí nada de extraño; nada nuevo: lo viejo relatado de una forma nueva, eso sí.
Encontrarás “cosas viejas” que quizás no habías entendido, y “cosas nuevas”, sacadas de lo viejo, que suenan novedosas. Así es el Reino de los Cielos – dice Jesús-.
Comprobarás una vez más que Jesús está presente entre nosotros: “Sabed que yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,20).
Si hay alguna frase aquí que te estremezca, no lo dudes, es Jesús quien te la dice para que la incorpores en tu vida.
Y, ¡Jesús!, si hay algo aquí que no te guste, perdóname, Señor, que copié mal porque Tú hablas demasiado bajo y yo soy sordo: ¡Tú lo sabes!
Te agradezco, Jesús, la paciencia que has tenido conmigo: a las horas más impropias te he llamado y siempre a cualquier hora Tú has venido. Perdóname también Jesús, las veces que te he hecho esperar y te he quedado mal.
Tú, Jesús, no te cansas de hablar; pero yo si me he cansado de copiar: a veces me han quedado doliendo las espaldas y ardiendo mis ojos de cansancio, y mi corazón ardiendo de gozo.
Tú, siempre, Señor estás disponible para aquellos que te escuchan –me lo has dicho, y comprobado-.
Esa misma Voz de Jesús, que tú también podrás oír en tu interior, sin ruido de palabras, como la escucho yo, se encargará de explicarte lo que conviene en concreto para tu vida.
Toda estas Narraciones están de acuerdo a las enseñanzas de la Iglesia. No hay aquí nada que contradiga lo que la Iglesia ha enseñado desde hace dos mil años.
No desea Jesús que vamos a las páginas del Santo Evangelio a teorizar, sino a poner en práctica la Santa Voluntad de Dios. Él, me lo ha repetido muchas veces: “No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre Celestial” (Mt 7,21).
Le pedimos al Espíritu Santo que juntamente con sus Luces divinas, nos dé las gracias para convertir sus enseñanzas en fuego que queme el alma y en llama que encienda el mundo de su Amor.
Por último, te respondo a ti, amigo lector, la pregunta que tú tienes en tú mente para hacerme: ¿qué se siente, cuando Jesús le narra a uno el Evangelio? Lo mismo que sintieron los discípulos de Emaús: “¿Acaso no ardía nuestro corazón cuando él nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?”.
Y otra pregunta que tienes derecho a hacerte: ¿quién es el autor? –el autor: ¡NO!, el copista-.
¡Yo soy un pobre diablo, una bolsa de basura! Dios me ha cogido por su cuenta para enseñarme a escuchar su Voz y me puso la tarea de enseñarle a otros a escucharla, como Él me lo ha enseñado a mí.
¡La Virgen de la Merced, tiene mucho que ver en todo esto! A Ella le doy las gracias, porque fue un 24 de Septiembre, día de Ella, que recibí el llamado para entregarme a Dios.