EL JUEGO DE LA VIDA ETERNA Leo J. Mart.
La vida es un juego de guerra donde está en riesgo la salvación o perdición eterna.
Ganas el juego de la guerra, te salvas para siempre. Pierdes el juego de la guerra, te condenas para siempre.
¿Quieres tener noción del para siempre, siempre? ¿Quieres tener noción de lo que es la eternidad? El sol dentro de siete millones de años dejará de brillar; pero aún no ha comenzado la eternidad que no termina nunca, nunca, nunca…
Dios en su misericordia y su justicia les puso a los ángeles del cielo una prueba, para confirmarlos en el cielo para siempre, o para rechazarlos para siempre en los infiernos. La prueba duró un instante y fueron rechazados los ángeles del cielo en sus dos terceras partes.
Pero a los hombres de la tierra, al contrario de los ángeles del cielo, Dios les dio la posibilidad de que la prueba durara un poco más de un instante, les dio de duración del incierto tiempo de permanencia en esta tierra.
Tu tiempo de duración en esta tierra es muy incierto; lo único cierto es el instante que posees hoy. Lo único cierto que en realidad posees es la muerte, con la cual se ha de enfrentar el creyente y no creyente, el justo y el pecador.
El que se tapa los ojos no logra ocultar la luz del sol. El que no cree en el infierno no logra apagar el fuego que arde eternamente y que arde sin consumir para mayor sufrimiento.
Si tuvieras presente que hoy es tu eternidad, que hoy es tu para siempre, si tuvieras presente que te puedes morir hoy, estarías preparado. Apocalipsis 3:3:
<`Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; guárdalo y arrepiéntete. Por tanto, si no estás vigilante, vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti>. <Vendré como el ladrón sin avisar el día ni la hora> ¡Prepárate desde ya!
Solamente debes tener en tu mente una sola preocupación, la salvación eterna de tu alma. Lo que ahora te preocupa, tu salud, tus ingresos, tu trabajo, tus hijos, tu familia, tu presente y tu futuro en esta tierra, importa demasiado poco comparado con lo que en realidad te debe preocupar: tu eternidad que es para siempre.
Teresa de Jesús fue santa porque tuvo en su mente a cada instante, que a cada instante se jugaba <el para siempre, siempre>
No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy, prepara tus maletas para el viaje eterno que no terminará nunca jamás. ¿Cuándo será ese viaje? Puede ser el día de hoy, porque hoy va a morir gente que no había muerto antes.
Cada día mueren niños, jóvenes y adultos. La nave de la muerte no pregunta la edad para trasportar los mortales a la inmortalidad, y este viaje se demora un instante.
Tú, que estás lleno de juventud, de salud y de vida te puedes morir hoy, ese es el problema.
Hugo Rendón, mi amigo de juventud, me dijo a los 22 años, que se entregaba a Dios dentro de 5 años porque estaba lleno de vida y quería gozar su juventud. A la semana lo llamé y la mamá me contó que lo había matado un carro.
Tú que estás tan lleno de ilusiones y proyectos te puedes morir hoy.
Ama la vida y vívela intensamente sin olvidar también que tus días sobre la tierra ya están programados.
La vida es una enfermedad mortal.
La vida, dice una de nuestras Instrucciones, es como un aeropuerto, donde cada uno espera la llamada: <pasajeros con destino a la eternidad favor pasar a bordo…>
Dile a esa persona conocida o desconocida que tienes a tu lado: ¡la eternidad es para siempre y hay un premio o un castigo!
Los países civilizados avanzan en su bien estar temporal; pero no tienen en cuenta su bien estar eterno. < ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma? > Mateo 16, 21-27. Los ricos y poderosos de la tierra ahora están en el mismo hueco que los pobres y los débiles.
¡Valiente gracia tanto trabajo por acumular lo que se ha de dejar!
Acumulas cosas y las dejan; pero las obras buenas que acumules esas son las que llevarás. Lo que guardas para ti lo pierdes; lo que das a otros lo ganas para tí eternamente.
¿Qué está en juego hoy? Tu eternidad.
La Iglesia le reza a la Santísima Virgen María una oración que dice: < y cuando llegue mi última hora alcanzadme que muera con muerte del justo> -rézala tú también. Justo es el que ha pagado a Dios todas sus deudas. La confesión perdona el pecado pero no las deudas. Hay una forma de pagar todas las deudas, como enseña el apóstol Santiago: <la generosidad borra todas las miserias (deudas) de nuestros pecados>
Bienaventurado el que muere estando en paz y salvo con Dios, porque se salva eternamente. Maldito el hombre que muere en pecado, fuera de la unión con Dios, porque se condena eternamente.
¿A qué vino Dios, Jesús el Salvador? a salvarte de la condenación eterna.
En el Padrenuestro pedimos a Dios que nos perdone nuestros pecados, ¿para qué? para que no nos tenga que condenar eternamente.
Dile a esa persona que se confunde cuando se le dice la verdad, que se convierta seriamente para que no quede confundida eternamente.
El día de la salvación es hoy. Hoy o nunca, no retardes más la llamada del Señor para tu bien eterno.
#leojmart