CUANDO APRENDÍ A HACER ORACIÓN #leojmart
Te cuento que al principio de mi entrega a Dios, cuando trataba de hacer oración, me sumergía en un sueño muy profundo, roncaba en la oración, igual que Pedro en el Huerto de los Olivos.
Entonces pedí luces al Señor para evitar dormirme y recibí la luz maravillosa que llegó a mi mente: “Escribe, y así no te dormirás”.
Tomé lápiz y papel y comencé a escribirle cartas al Señor, contándole todas mis inquietudes más normales y corrientes, como se le escribe una carta a un amigo muy querido, a un hermano o hermana, a una madre o a un padre de la tierra. Lo hacía en mi oficina, en mi lugar de trabajo.
Nadie se daba cuenta de las cosas que escribía, parecía a los demás que me ocupaba de un informe económico relacionado con mi profesión; no les faltaba razón, porque también las cosas puntuales de mi trabajo se las consultaba a Dios.
Mi gran sorpresa fue que esas cartas me fueron respondidas en mi mente de inmediato, y yo copiaba la respuesta que sentía que el Señor me hacía y a la vez sentía una gran paz.
Pero la cosa no se quedó así, las cosas que el Señor me decía, me fueron saliendo exactamente como las había escrito. Al final de mi oración sencilla rompía el papel sobre el cual había escrito para que mis compañeros de oficina no se dieran cuenta de mis asuntos personales. Este ejercicio lo hice durante más de treinta años.
Un día escuché nuevamente una Voz en mi mente que me dijo: “No vuelvas a romper nada de lo que Dios te dice en la oración, porque las cosas de Dios no se rompen” y agregó la Voz de Dios: “Y quiero que publiques las cosas que te digo, y enseñes a otros a escuchar Mi Voz”. Esto dio origen a CiudadOración y a los mensajes de nuestra página Web que ahora puedes consultar.
Más tarde descubrí que en la antigüedad había existido la Escuela de profetas; hombres que en su corazón habían aprendido a escuchar la Voz de Dios y le enseñaron a otros. El profeta Amós dirá: “Cualquiera que escuche la Voz de Dios puede ser profeta” Amós fue el padre (maestro) de Isaías. CiudadOración es una Escuela de profetas.
Entonces, copia una frase que te impacte (el impacto es la Voz de Dios que también habla por impactos), y luego copia lo que sientes en tu mente que Dios te dice (sin ruido de palabras). Al principio crees tú que te inventas lo que copias; pero es Dios el que pone en tu mente esas ideas.
Eso es todo, así es de sencillo escuchar la Voz de Dios. Ahora bien, escuchar ciertamente es muy sencillo, lo complicado es “hacer lo que Él te diga”. Alma de oración no es el que escucha sino el que obedece lo que Dios le dice.
Al principio cuando se comenzaron a publicar estos mensajes, me daba auténtica vergüenza pensando que eran cosas del invento mío, pero luego con el paso del tiempo me doy cuenta que no; soy el primero en leerlos cada día, y soy el primero en quedar positivamente impactado, al comprobar que esas cosas no podía haberlas inventado yo, porque en verdad vienen de Dios.
Particípanos de las luces que Dios te dicte en tu mente cuando estás en oración, y te iremos ayudando a lograr escuchar con nitidez la Voz de Dios: eso es Ciudad Oración, una escuela de oración.
Dios te bendiga, León Martínez